Desde la psicología, se sugiere que nuestra atracción hacia las noticias trágicas está profundamente ligada a cómo funciona nuestro cerebro y nuestras emociones. En primer lugar, los seres humanos presentamos un sesgo natural hacia la negatividad; las experiencias y emociones dolorosas tienden a dejar una huella más profunda y duradera en nuestra mente. Esto explica por qué las noticias que nos conmueven con dolor y sufrimiento son más difíciles de olvidar y logran captar nuestra atención de manera más efectiva.
Además, las historias de sufrimiento generan empatía, permitiendo a los lectores conectar emocionalmente con los protagonistas. Esta conexión no solo despierta nuestra sensibilidad, sino que también alimenta nuestra curiosidad por conocer más, por entender las circunstancias que rodean ese dolor.
Otro aspecto clave a tener en cuenta es cómo la búsqueda de información puede ser, en cierto modo, una estrategia de defensa. En un mundo lleno de incertidumbre, solemos buscar noticias que nos ayuden a comprender y anticipar posibles amenazas. En este contexto, las noticias negativas funcionan como alertas, señalándonos riesgos y peligros. De esta manera, nos ofrecen una ilusión de control sobre el caos que nos rodea, como si al conocer el problema pudiéramos estar mejor preparados para enfrentarlo.
Por último, es imposible pasar por alto el papel de las plataformas mediáticas, que han aprendido a perfeccionar la manera de captar nuestra atención. Saben que el contenido que despierta emociones intensas, especialmente aquellas vinculadas al sufrimiento, tiende a generar más interacción en redes sociales. Esto no solo alimenta el ciclo de atención hacia lo negativo, sino que también cambia nuestra forma de consumir información, atrapándonos en un círculo donde el dolor y la tragedia ocupan nuestras pantallas y conversaciones diarias. Este patrón, aunque comprensible desde una perspectiva psicológica y social, nos lleva a una reflexión importante: ¿cómo estamos eligiendo alimentar nuestra mente y nuestras emociones? ¿Es el contenido que consumimos una decisión consciente, o simplemente estamos dejándonos llevar por la inercia de lo más impactante? ¿Cómo impacta en nuestro estado de ánimo y bienestar la exposición constante a noticias negativas?
Aunque es comprensible que no deseemos vivir de espaldas a la realidad, es esencial tomar conciencia del impacto que estas noticias tienen en nuestra psique. La saturación de contenido negativo puede nublar nuestra capacidad para apreciar las pequeñas alegrías y logros que también forman parte de la experiencia humana.
Por lo tanto, cultivar un espacio mental más saludable implica ser más selectivos con la información que consumimos y reducir nuestra exposición a la avalancha constante de negatividad. Se trata de mantenernos informados sin sentirnos abrumados, mientras buscamos y compartimos activamente noticias positivas que nos inspiren y generen esperanza. Al hacerlo, fomentamos una visión del mundo más equilibrada y humana, que no solo protege nuestro bienestar emocional, sino que también nos mantiene conectados con la realidad de manera más saludable.
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