(William Shakespeare)
El poder de la coherencia: pensar, sentir, y actuar en armonía.
Se hace evidente que establecer coherencia, alineación, entre lo que pensamos, lo que sentimos y cómo actuamos otorga un poder transformador, es el secreto de la autenticidad y la efectividad, en donde pensar bien es más que un ejercicio intelectual. Desarrollar un buen pensamiento, un pensamiento funcional, constructivo y positivo, es la base de una mentalidad resiliente y exitosa, es el fundamento de la autoestima y el bienestar personal hacia una vida equilibrada y plena ¡ahí es nada!
Nuestros pensamientos, van moldeando nuestra forma de entender y percibir el mundo, son la fuerza motriz que dan paso a nuestras percepciones y creencias, forjan nuestra mirada a través de la cual interpretamos todo lo que nos rodea y se convierten en el motor de nuestros sentimientos y en la semilla de nuestras acciones.
No cabe duda de que si nuestros pensamientos son positivos y constructivos, la probabilidad de que experimentemos emociones saludables, decisiones acertadas y relaciones saludables es mayor.
Por el contrario, si nuestros pensamientos son negativos y distorsionados podemos desarrollar emociones destructivas y acciones nada beneficiosas, pudiendo desencadenar ansiedad, depresión y estrés crónico.
En cuanto a nuestros sentimientos, estos son la manifestación emocional de nuestros pensamientos, son como un barómetro interno que nos va indicando como percibimos el exterior y cómo nos afecta.
Por su parte, las acciones impulsadas por la energía de nuestros pensamientos y sentimientos, son la manifestación física de estos, son la forma en que interactuamos con el mundo que nos rodea, esculpen nuestro destino y dejan una marca indeleble en nuestro transcurrir por la vida, en donde cada elección, cada movimiento, es un acto de creación que refleja la sinfonía de nuestra mente y de nuestro corazón.
Se trata de un continuo baile interno, en donde el poder está en el pensar bien y en la coherencia entre nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras acciones. Cuando el pensamiento y el sentimiento están en armonía, nuestras acciones fluyen de forma natural y en el dirección deseada.
Desde esta perspectiva queda más que evidente que el pensar bien es algo fundamental y la base de nuestro bienestar. Lo bueno, es que desde la neurociencia se evidencia la plasticidad del cerebro, se evidencia que todos tenemos posibilidad de moldear nuestras estructuras mentales a través de la práctica deliberada de pensamiento positivo y constructivo, se trata de entrenar la mente para pensar de forma positiva, ya que pensar bien nos beneficia y nos capacita para tomar decisiones informadas, resolver problemas de manera efectiva y perseguir metas con determinación.
Los estudios demuestran que las personas emocionalmente estables son capaces de afrontar desafíos con calma y adaptabilidad, una estabilidad que se construye a lo largo del tiempo a través de la autoconciencia, la autoaceptación y el desarrollo de habilidades para manejar las emociones de manera funcional. Cultivar relaciones sociales saludables, practicar técnicas de manejo del estrés, como la meditación y el ejercicio físico regular, buscar apoyo profesional cuando sea necesario, son algunos aspectos fundamentales que nos ayudan a promover y mantener la estabilidad emocional de la vida diaria.
- La autoconciencia: que implica reconocer y cuestionar nuestros propios sesgos cognitivos y prejuicios. La capacidad de reflexionar sobre nuestras creencias y actitudes nos permite discernir entre pensamientos útiles y aquellos que no lo son y que nos limitan.
- El pensamiento analítico: implica descomponer problemas complejos en componentes más manejables y examinarlos de manera sistemática. Esto nos ayuda a evitar la simplificación excesiva y a considerar diferentes perspectivas antes de llegar a conclusiones.
- La búsqueda de evidencia: supone recopilar información relevante y evaluar su fiabilidad y validez antes de aceptarla como verdadera. Además, es importante estar abierto a cambiar de opinión a medida que se adquiere nueva información.
- Práctica del pensamiento crítico: se trata de cuestionar suposiciones, analizar argumentos y evaluar la coherencia lógica de las afirmaciones. El pensamiento crítico nos ayuda a evitar el pensamiento superficial y a tomar decisiones informadas.
- La empatía: supone ponerse en el lugar de los demás y considerar sus perspectivas y experiencias. Nos ayuda a superar la estrechez de miras y a tener en cuenta el impacto de nuestras acciones en los demás.
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