Nada de lo que nos rodea aparece por arte de magia. La comida que nos alimenta, la luz que nos guía, el agua que calma nuestra sed, las carreteras que recorremos y los hospitales y las escuelas que nos cuidan... todo existe gracias al esfuerzo y responsabilidad de innumerables personas. Cada aspecto que sostiene la vida humana es el fruto del esfuerzo y trabajo de millones de personas. Pensar que podemos vivir sin trabajar, cuando tenemos la capacidad de hacerlo, es ignorar el pacto silencioso que mantiene en pie nuestra vida en sociedad. En este post reflexionaremos sobre ese pacto y nos centraremos en el verdadero valor del trabajo. ¿Me acompañas?
La OCDE (2024) recuerda que el empleo es "un factor esencial para la autosuficiencia" (Society at a Glance 2024). De hecho, los países con más personas activas son más prósperos, más saludables y menos desiguales. Donde hay más empelo, hay más ingresos fiscales, mejores servicios públicos y mayor cohesión comunitaria.
Por el contrario, cuando la inactividad se normaliza, toda la estructura se resiente, es así ya que menos trabajadores significa menos impuestos, menos recursos para sanidad, educación o transporte. Un país sin trabajadores no puede sostener su bienestar.
En este sentido, cabe pensar que no esforzarse cuando se puede hacerlo es, en cierto modo, un fraude: un fraude al bien común y a uno mismo. Resulta, además, profundamente injusto pretender disfrutar de los derechos que la sociedad ofrece - seguridad, salud, educación, infraestructura - sin contribuir con el esfuerzo que los hace posibles.
Quien exige sin aportar rompe el equilibrio entre derechos y deberes, ese equilibrio frágil pero esencial que garantiza la justicia social y el progreso colectivo.
Desde una mirada más personal y psicológica, el trabajo no solo es un medio de sustento, sino un acto de dignidad interior. A través de nuestras labores no solo generamos bienestar económico, sino que también fortalecemos nuestra identidad.
Según la OCDE (n.d.) tener un empleo mejora la autoestima, fomenta la inclusión social y promueve la salud mental. El trabajo nos da pertenencia, propósito y sentido. Rechazarlo sin una causa justa es, en cierto modo, renunciar a una parte esencial de nuestra humanidad.
El trabajo también es justicia: distribuye responsabilidades y recompensas, equilibra derechos y deberes, y mantiene unida la comunidad. Quien trabaja contribuye al bien común y sostiene el orden moral que permite la convivencia.
Cuando el trabajo se desprecia o se evita, no solo se debilita la economía, sino el vínculo ético que nos une como sociedad. Valorar el trabajo - propio y ajeno - es, por tanto, reconocer la dignidad de las personas y afirmar la justicia que sostiene la vida en común.
- International Labour Organization. (2023). World Employment and Social Outlook 2023: The value of essential work. ILO.
- Organisation for Economic Co-operation and Development. (2024). Society at a Glance 2024: OECD Social Indicators. OECD Publishing.
- Organisation for Economic Co-operation and Development. (n.d.). Jobs. OECD Better Life Index.
- Knutson, B., & Cooper, J. C. (2005). Functional magnetic resonance imaging of reward prediction. Current Opinion in Neurology, 18(4), 411–417. https://doi.org/10.1097/01.wco.0000173463.24758.f6
- McEwen, B. S., & Gianaros, P. J. (2011). Stress- and allostasis-induced brain plasticity. Annual Review of Medicine, 62, 431–445. https://doi.org/10.1146/annurev-med-052209-100430
