PENSAMIENTOS, SENTIMIENTOS, ACCIONES...

Las teorías coinciden en que a cada uno de nosotros nos puede mover aspectos muy diferentes, pero también en que las necesidades y deseos primarios en el ser humano son comunes a todos nosotros. Abraham Maslow en su teoría defiende que es necesario ir superando una serie de etapas ordenadamente para que nuestra motivación pueda dirigirse hacia otras superiores. Así, sería necesario cubrir las necesidades fisiológicas, luego las necesidades de seguridad, siguiendo las de socialización para luego pretender cubrir las de autorrealización, y además se defiende que cuantas más etapas se alcancen mucho más elevada será nuestra motivación.
En la motivación podemos destacar tres aspectos o puntos bien diferenciados:
1. En primer lugar estaría el estado impulsor, ese estado que se activa dentro del organismo atendiendo a necesidades corporales, estímulos ambientales, o por acontecimientos mentales como son los pensamientos o recuerdos.
2. Ese estado impulsor mencionado, es el responsable de activar y dirigir un segundo aspecto que es la conducta, el comportamiento, la acción.
3. Y por último, nos encontraríamos con la meta, que es ese punto clave al que se dirige la conducta.
Si tenemos en cuenta lo anterior y lo tomamos como punto de partida, para poder llegar a comprender la motivación en toda su amplitud, se hace necesario tener en cuenta las variables personales (variables internas del individuo) y las variables situacionales (variables externas entorno al individuo), variables que sin duda condicionan, determinan y regulan la elección de conductas, el inicio de éstas y también el esfuerzo y la persistencia en su ejecución hasta que se alcanzan las metas que uno, a nivel individual, quiere conseguir.
Grosso modo, se trata de tener siempre presente que el contexto puede cambiarlo todo, es más, cada variable es susceptible de influir y condicionar, por ello es importante valorar el contexto y cada uno de los factores que lo forman, ya que tanto el contexto interno como el externo en el que se encuentra cada persona, en un momento concreto en el tiempo y en el espacio, es determinante. Dentro de cualquier contexto se pueden diferenciar tres categorías de variables:
- las variables fisiológicas/organísmicas que corresponden a los impulsos y a la activación arousal
- las variables cognitivas que son las expectativas, las atribuciones causales e intencionales de meta
- las variables del entorno que son los incentivos
Por lo tanto, la motivación, entendida como el motor que nos activa, es la responsable de que nos dirijamos o alejemos de pensamientos, emociones o comportamientos. Con la finalidad de cubrir un amplio espectro de nuestras necesidades, los motivos activan el motor que pone en marcha y dirige la conducta. Tal y como ya mencionamos, se puede diferenciar claramente entre motivos primarios, que son los relacionados con las necesidades vitales de mantenimiento de la subsistencia del organismo (como beber, comer, cobijo) y motivos sociales o psicológicos que corresponden a necesidades creadas en el sentido de bienestar de la persona y que varían considerablemente en el grado en el que están influidos por la experiencia, algunos parecen ser innatos y otros son totalmente aprendidos.
Los motivos sociales o psicológicos son los que atienden a las necesidades individuales de cada individuo y nos permiten comprender las reacciones "automáticas" ante diversas situaciones o retos que se nos presentan. Dentro de este tipo de motivos, podemos contemplar la necesidad de nueva estimulación, la necesidad de afiliación con otras personas, como también la necesidad de logro o poder, y con ello se originan los tipos de motivación para atender a esas necesidades: la motivación de logro, de poder y de afiliación y las múltiples combinaciones que de estas puedan resultar.
Veamos en qué consisten:
Todo esto influirá decisivamente en la elaboración de nuestro autoconcepto, que consiste en la imagen que hacemos de nosotros mismos en relación con los demás y en la autoestima.
Desde otro punto de vista, el psicológo William Mcdougall (1908) describió la necesidad de afiliación en términos de instintos, como una tendencia gregaria compartida con otras especies que viven en colonias o rebaños.
No obstante, el deseo de formar y mantener vínculos sociales presenta diferencias individuales y culturales. La necesidad de formar y mantener dichos vínculos es universal, pero la manera de vivirlo, sentirlo y expresarlo es individual.
Según la hipótesis de necesidad de afiliación, el ser humano tiende a mantener al menos, una mínima cantidad de relaciones interpersonales, positivas y significativas.
1. Realizar cosas paso a paso.
2. Asumir en la acción un riesgo moderado.
3. Sentirse estimulado por una situación de reto, por lo cuál no se interesa por situaciones donde no hay riesgo.
4. Buscar las metas sucesivamente.
5. Desear tener siempre un punto de relación que le señale el resultado de sus esfuerzos, bien sea en un sentido positivo o en uno negativo. Esto es lo que en inglés se denomina “feedback”, el término español es “retroalimentación”.
La motivación de poder se puede entender como el intento de controlar, regulando las condiciones de vida de otras personas o adquiriendo conocimientos que puedan afectar fuertemente la vida o acciones de otros. Es actuar de tal forma que, como resultado, se produzcan en otra persona sentimientos fuertes, en sentido positivo o negativo, tales como respeto, gratitud, satisfacción intensa, frustración, ansiedad, adquisición de conocimientos, etc. Esto puede pasar aún cuando quien los produce no lo haga intencionadamente.
Las ocupaciones más usuales de los motivados al poder son aquéllas dónde se requiere el ejercicio del mismo, junto con persuasión como en la política, en altos cargos institucionales, en cualquier tipo de enseñanza.
La relación de poder, según Mc. Clelland, tiene dos objetivos diferentes. Cuándo la satisfacción de poder recae en el mismo individuo que lo ejerce, se trata de poder personal, pudiendo éste llegar al extremo de manifestarse en una acción más o menos autoritaria.
Cuando la persona motivada por poder se satisface prestando servicios y dando ayuda a los demás, se tratará de poder socializado. Funciones como la de maestro, médico, trabajador social son típicos del poder socializado, éste se ejerce considerándolo como acción en beneficio de los demás.
Sin duda, la motivación es un factor decisivo en las reacciones y actitudes que asumimos como individuos ante determinadas situaciones y es clave para el rumbo que coge cada persona.
Para finalizar con la entrada de hoy, al hilo de lo que nos mueve, os dejo una frase de @GemaHassenBey (deportista paralímpica española) que nos puede servir de punto de partida para valorar y reflexionar nuestra realidad, "Si tú te mueves, el mundo se mueve contigo" ¡ahí lo dejo ! ;)
Y a tí, ¿Qué te mueve?
Estaré encantada de recibir tus opiniones, aportaciones, discrepancias y demás comentarios.
- Naranjo, M. (2009). Motivación: Perspectivas teóricas y algunas consideraciones de su importancia en el ámbito educativo. Revista Educación 33(2), 153-170
- Redes (Punset, E. y Csikszentmihalyi, M.). (2013). Aprender a fluir. https://www.youtube.com/watch?v=ShD2q2iXxG4
- Villamarín, F. y Limonero, J.T (2014). “Motivación”. Motivación y emoción. Barcelona. FUOC.