Así, grosso modo, esta experiencia podemos considerarla como el miedo a la mirada y al juicio de los demás, un sentimiento que denota falta de seguridad en uno mismo, incomodidad, humillación y autoconciencia negativa. La vergüenza es definida por la R.A.E como "turbación del ánimo, que suele encender el color del rostro, ocasionada por alguna falta cometida, o por alguna acción vivida como deshonrosa y humillante, propia o ajena", vemos como también se contempla como un sentimiento que nos puede invadir por presenciar ciertas acciones o vivencias ajenas.
Emoción vs Sentimiento.
En primer lugar, es importante tener claro la diferencia entre emoción y sentimiento. Las reacciones psicofisiológicas que se nos presentan de forma espontánea y automática en un momento determinado es lo que conocemos como emociones, y la interpretación que hacemos de ellas son los sentimientos. Así, tenemos que una emoción es una reacción universal intensa a un estímulo, es transitoria, inconsciente e inmediata, antecede a la razón y promueve la acción. En cambio, un sentimiento, como en este caso la vergüenza, es la interpretación de las reacciones emocionales, un estado de ánimo estable, individual, consciente y progresivo, menos intenso que la emoción pero más profundo y que promueve de alguna forma la toma de decisiones y también determina el vivir de una determinada manera. ¡Ahí es nada!
Por otra parte, aunque la vergüenza a menudo se percibe como un sentimiento negativo, no hay duda de que presenta una dualidad, en donde podemos encontrar sus puntos positivos y sus puntos negativos, veamos en que consisten.
- Moralidad y ética: la vergüenza constituye un mecanismo de regulación social que fomenta la adopción de normas éticas y la regulación y desarrollo de nuestro comportamiento de acuerdo con estándares aceptables en la sociedad.
- Autoconciencia, desarrollo y crecimiento personal: al reconocer y aceptar nuestras vulnerabilidades, nuestros fallos, nuestras limitaciones, nos permite comprendernos mejor, de tal forma que contribuye y nos permite trabajar en nuestro desarrollo y crecimiento personal. Nos motiva hacia la mejora y a realizar cambios positivos en la forma de llevar nuestra vida.
- Tolerancia, empatía, conexión social: conocer nuestra vulnerabilidad fortalece los lazos sociales, fomenta la comprensión entre las personas creando conexiones sociales y promoviendo relaciones más auténticas.
- Prevención de comportamientos perjudiciales: es un sentimiento que disuade a las personas a actuar de forma inapropiada y perjudicial, sirviendo de alarma que nos pone en alerta sobre las posibles consecuencias negativas de ciertos actos o comportamientos.
- Daño a la autoestima y al autoconcepto: la vergüenza puede afectar de forma negativa a la autoestima y al autoconcepto, promoviendo que la persona se sienta indigna, fomentando una autocrítica excesiva y desarrollando así una imagen negativa de uno mismo.
- Aislamiento social: el miedo a la mirada del otro, el temor al juicio social, promueve el deseo de ocultar o retirarse socialmente, contribuyendo así al aislamiento social y emocional.
- Dificultades en las relaciones interpersonales: la vergüenza a ser auténticos y vulnerables con los demás, el miedo a expresar nuestras opiniones o participar activamente en actividades sociales por temor a ser juzgados, es un obstáculo para la construcción de relaciones interpersonales saludables.
- Inhibición al desarrollo y crecimiento personal: se trata de un sentimiento que limita la disposición a asumir riesgos, a participar en actividades y a explorar oportunidades, por lo que afecta negativamente al desarrollo y el crecimiento del individuo.
- Ciclo de vergüenza: la experiencia de este sentimiento puede fomentar comportamientos evitativos y autocríticos que a su vez genere más vergüenza, lo cual nos meteríamos en un ciclo que puede ser difícil de superar.
- Impacto negativo en la salud mental: una vergüenza crónica contribuye al desarrollo de problemas de ansiedad, depresión y otros trastornos emocionales.
- Comprender la vergüenza: la reflexión consciente sobre las situaciones vergonzosas, reconocer y comprender las razones del sentimiento de vergüenza es el primer paso para poder abordar y gestionarla de forma efectiva. Es necesario tomar conciencia de que en ocasiones damos excesiva relevancia a lo que pueden estar pensando los demás sobre lo que decimos, lo que pensamos, sobre nuestro aspecto... confundiendo nuestros pensamientos con la realidad y también las opiniones que puedan o no tener los demás con las evidencias. Hay que tener presente también que el sesgo interpretativo suele jugar sus cartas, y por lo tanto tenemos tendencia a procesar los estímulos ambiguos danto prioridad al significado de peligro sobre el neutro.
- Reconocer que somos humanos, ajustar nuestras expectativas: a veces se nos olvida que somos seres imperfectos en continuo desarrollo. Reconocer que no somos perfectos, reconocer nuestros errores, sin duda, nos hace más humanos, más humildes, nos permite mejorar y poder llegar más allá de nuestros propios límites. Los errores en ningún caso definen la identidad ni la valía de la persona.
- Aprender de la experiencia: se trata de aprender de las situaciones que vivimos, extraer lecciones en donde encontrar una oportunidad de desarrollo y crecimiento personal.
- Compartir experiencias con personas de confianza, hablar abiertamente sobre los sentimientos, sin duda ayuda a atenuar y aliviar la carga emocional y a fomentar un ambiente de comprensión, apoyo y a disponer de perspectivas externas que ayudan a manejar la situación de una forma más saludable. Es necesario comprender que la vergüenza es una emoción universal y compartida que nos conecta con la humanidad en su conjunto, fomentando la empatía y la comprensión.
- Autocompasión, autoestima: es necesario tratarse con amabilidad, comprensión y respeto a uno mismo, sin mortificarse, sin autoexigencias excesivas, reconociendo la humildad y aceptando que es normal cometer errores. Entender que nuestro valor como personas atiende al propio hecho de ser personas, de ser conscientes de nuestras limitaciones y vulnerabilidades, al mismo tiempo que valorar nuestras fortalezas y nuestras cualidades y valores. Una autoestima sana es clave poder aceptar los errores propios y las críticas recibidas u opiniones negativas de otros.
- Desarrollar la resiliencia emocional: impulsar la capacidad de enfrentar desafíos, adaptarse y recuperarse de experiencias difíciles. Desarrollar habilidades mediante la práctica de la tolerancia a la frustración, la gestión del estrés y la construcción de una mentalidad positiva.
- Habilidades de afrontamiento, cambio en la narrativa interna: trabajar en la reestructura cognitiva, atención plena, cambiar patrones de pensamiento negativos, cultivar la conciencia del momento, reconocer los logros y capacidades, son acciones que pueden ayudar a gestionar la vergüenza y transformarla en una oportunidad de autorreflexión positiva y fortalecimiento emocional.
¿Cuál es tu opinión al respecto? ¿Cómo gestionarías la vergüenza? ¿Qué añadirías?
Estaré encantada de recibir tus opiniones, aportaciones, discrepancias y demás comentarios.
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