A lo largo de este post, haremos un ligero recorrido por las repercusiones y la gravedad que supone esta gran crisis de valores para nuestra sociedad. Por supuesto un recorrido visto desde mis gafas, una forma de verlo de entre otras muchas posibles. ¿Me acompañas?
pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos"
(Martin Luther King)
No hay duda de que la crisis de valores en las altas esferas del poder no es un fenómeno nuevo, ni mucho menos, ya que a lo largo de la historia y en el transcurrir de nuestros tiempos se han registrado casos y más casos de corrupción y falta de ética, algo inconcebible y que además en la actualidad sigue presente y alcanza unos niveles desmesurados cada vez más preocupantes.
El comportamiento ejemplar de los actores de las cúspides del poder es algo vital para la sociedad. en donde la integridad, la transparencia y la responsabilidad son pilares que fortalecen la confianza pública y la estabilidad democrática y que por lo tanto permiten satisfacer las necesidades y aspiraciones de la ciudadania de manera justa y equitativa. En cambio nos vemos como espectadores de acciones y decisiones que se tejen en las altas esferas que no responden a las necesidades reales de la población, sino que se centran en la búsqueda desmedida del interés personal, a cualquier precio, con una tolerancia excesiva hacia comportamientos moralmente cuestionables porque conviene. Un egoísmo desmedido que eclipsa la responsabilidad hacia la sociedad, socavando los principios democráticos y erosionando la confianza en las instituciones y la legitimidad del sistema, dejando a su paso un sentimiento de injusticia, de desencanto y desconfianza generalizada en toda la sociedad.
Decisiones basadas en intereses personales, desinformación y manipulación de la verdad, síntomas que presagian y constituyen un peligroso escenario, en el que cualquier medio parece justificar los fines, donde los cimientos de los valores fundamentales se tambalean y socavan la capacidad de los ciudadanos para tomar decisiones informadas. Una crisis de valores que se filtra en el tejido social, generando una profunda fragmentación de la sociedad. Una polarización ideológica extrema, en búsqueda de la victoria a toda costa, que lleva a la demonización del "otro", apelando a los sentimientos y emociones de las personas, en donde pertenecer a un lado o a otro, en la mayoría de los casos, determina la aceptación y veneración de todos los procederes de la parte ideológica, nublando la razón y el pensamiento crítico, dejando poco espacio para el diálogo constructivo y el compromiso. Una competitividad desmedida y un egoísmo que despojan a la sociedad de su capacidad de cuidar y apoyar a sus miembros, un "todo vale", una aceptación de la falta de ética que promueve la normalización de comportamientos inmorales, creando un entorno en donde la falta de respeto por la diversidad de opiniones y la intolerancia hacia las voces disidentes socavan los cimientos de la democracia, en donde la deshonestidad y la codicia son premiadas en lugar de castigadas.
Tácticas maquiavélicas que reemplazan la honestidad, la responsabilidad y el compromiso con el bien común, promoviendo la caída en una profunda crisis de valores que se instaura en la sociedad, caldo de cultivo propicio para la intolerancia y la confrontación, en donde la ética y la integridad son sacrificadas en aras del poder y la supervivencia política, dejando a la sociedad cuestionando la integridad de aquellos que deberían servir como modelos a seguir.
- Individualismo desmedido: se enfatiza el éxito individual y la competencia por encima de todo lo demás, desplazando valores colectivos como la solidaridad y la cooperación.
- Perdida de empatía: se promueve la cultura de la indiferencia hacia las luchas y experiencias de los demás mermando la capacidad de comprender y conectarse emocionalmente con los demás.
- Desconexión ética: acciones y comportamientos impulsados por intereses personales que carecen de fundamento moral y consideraciones éticas.
- Priorización de lo material sobre lo humano: obsesión por el éxito material relegando valores humanos fundamentales, como la honestidad y la integridad, en favor de la acumulación de riqueza y poder.
- Desgaste de la educación en valores: se minimiza la enseñanza en valores éticos, afectando la formación integral de las personas y fomentando la crisis de valores.
- Corrupción y falta de transparencia: promueve el descontento y la desconfianza en las instituciones, genera el malestar general.
- Polarización, intolerancia y erosión de la confianza social: las diferencias ideológicas extremas y la intolerancia hacia opiniones divergentes llevan a la fragmentación de la sociedad, dificultando el diálogo constructivo, la comprensión mutua y la búsqueda de soluciones consensuadas.
- Falta de responsabilidad social: cuando la responsabilidad individual y social quedan en segundo plano se promueve una sociedad menos comprometida con el bienestar colectivo.
Así, es imperativo abordar este escenario, gestionando la crisis de valores mediante la promoción de la ética, la cultura de la transparencia y la rendición de cuentas. Sin duda, un gran desafío que requiere un trabajo arduo y colectivo, requiere un retorno a la reflexión sobre lo que realmente importa en la vida, en donde los valores fundamentales sean la guía que oriente las acciones y decisiones, reconociendo que el respeto, la responsabilidad y la empatía son fundamentales para promover una convivencia armoniosa, una sociedad más justa, solidaria y sostenible.
¿Qué te ha parecido el recorrido? Estaré encantada de recibir tus aportaciones, discrepancias o demás comentarios.
- Merino, M. (2008). La importancia de la ética en el análisis de las políticas públicas. Revista del CLAD Reforma y Democracia, (41), 5-32.
- Navarro, M. D. J. P. (1994). LA IMPORTANCIA DE LOS VALORES. Desafíos de Formación Normalista en Prácticas Pedagógicas actuales y emergentes, 296.
- Sánchez, A. V. (2021). La importancia de los valores en la vida personal y social: enfoques y medición. Miscelánea Comillas. Revista de Ciencias Humanas y Sociales, 79(154), 109-147.
- Vallespín, F. (1996). Sociedad civil y «crisis de la política». Isegoría, (13), 39-58.