Nuestra puesta en escena diaria requiere ir asumiendo diversos roles, roles característicos de los diferentes contextos en los que nos desenvolvemos, adaptándonos a las demandas cambiantes de cada uno de ellos, comportamientos y funciones con unas características concretas que están relacionadas con la posición o estatus particular en el que participemos. Así, las expectativas en cuanto a nuestra forma de actuar no es la misma en el ámbito laboral, que en un entorno familiar, o en cualquier otro ámbito u otras situaciones sociales, cada contexto requiere un rol diferente, unas habilidades y unos comportamientos distintos. Esta capacidad de bailar al son de la música refleja la versatilidad y adaptabilidad que tenemos las personas para satisfacer las complejas demandas diarias en las relación con los demás y en la relación con nosotros mismos.
No hay duda de que una buena relación con uno mismo es fundamental para el bienestar emocional y mental, por ello, vemos a continuación una serie de puntos que pueden favorecer esta relación:
- El autoconocimiento: indagar en la fortalezas, debilidades, valores, metas, reflexionar sobre las emociones y pensamientos nos permitirá conocernos mejor, entender mejor quienes somos.
- La autoaceptación y autocompasión: aceptarnos tal y como somos, reconociendo y abrazando nuestras limitaciones sin juzgarnos, tratándonos con amabilidad, aliándonos con nosotros mismos.
- Establecer límites: aprender a decir que no cuando sea necesario, como respuesta a la protección del propio bienestar emocional y físico.
- El cuidado personal: es necesario cuidarse, priorizar la salud física y emocional, dedicando tiempo a actividades que promuevan el bienestar.
- Dedicar tiempo al desarrollo personal: establecer objetivos y metas realistas y trabajar en nuestro desarrollo, celebrando siempre los logros, reconociendo nuestra valía y los méritos propios.
- Trabajar la resiliencia y desarrollo de habilidades de afrontamiento: se trata de aprender a manejar el fracaso y la adversidad, aprender a manejar el estrés de manera saludable. Desarrollar habilidades para afrontar los desafíos, considerarlos y gestionarlos como oportunidades de aprendizaje y crecimiento.
- Vivir en el presente: aliarse con el poder del ahora, practicar la atención plena y disfrutar del momento presente sin interferencias negativas del pasado y del futuro.
- Fomentar la gratitud: se trata de apreciar las cosas positivas y cultivar la gratitud por todo lo bueno que hay en nuestras vidas.
- Ser autentico/a: ser fiel a uno mismo y a los propios valores.
En segundo lugar, nos encontramos con las relaciones con los demás, un escenario que se llena con una multitud de personajes, en el que cada uno de ellos lleva consigo sus propias máscaras y sus propios roles predefinidos. Amigos, familiares, compañeros de trabajo, conocidos, todos participan en el baile colectivo, con sus máscaras personales, con sus roles.
Y sí, no cabe duda de que a veces olvidamos que detrás de cada sonrisa, de cada emoción, hay una alma compleja con experiencias ocultas. Nos perdemos en los roles asignados, en las expectativas sociales, en lugar de apreciar la autenticidad que hay detrás. Se nos presenta un desafío constante para poder ser consciente y recordar que cada persona es única, con una sinfonía propia, llena de emociones y experiencias.
La complejidad de las relaciones e interacciones humanas es un tema multifacético que involucra diversos aspectos que van desde la psicología hasta la neurociencia, pasando por la sociología y la antropología, en ello vemos que algunos de los factores que destacan en esta complejidad radican en la diversidad inherente de individuos, los diferentes estilos de comunicación, la amplia gama de emociones y sentimientos, la diversidad de contextos culturales, el continuo cambio y evolución a lo largo del tiempo, las influencias externas, las expectativas que se crean y los roles que se van asumiendo, entre otros.
Dada la importancia de una buena gestión de la relación con los demás, algunos puntos clave para poder construir y mantener relaciones que resulten saludables para mantener una buena melodía podrían ser la siguientes:
- La empatía: se trata de esforzarse en mantener una escucha activa y mostrar interés por las experiencias de los demás, comprendiendo y sintiendo sus emociones.
- El respeto: no hay duda de que el respeto es el valor moral más importante del ser humano, es la base para lograr una interacción social saludable. Es fundamental respetar los límites personales y las decisiones individuales, se trata de valorar las opiniones y perspectivas de los demás, aunque sean diferentes a las propias.
- Una comunicación efectiva: escuchar y evitar interrumpir durante las conversaciones, tratar de expresar los pensamientos y sentimientos de manera clara y respetuosa.
- Fomentar confianza: ser honesto, confiable, cumplir las promesas y mantener la confidencialidad cuando se requiera.
- Ser colaborativo: estar dispuesto a trabajar en equipo, buscar soluciones que sean favorables para todas las partes y fomentar un ambiente en el que todos se sientan valorados.
- Tolerancia y flexibilidad: aceptar las diferencias culturales, de opinión y de personalidad. Adaptarse, comprometerse y ajustarse contemplando las necesidades mutuas.
- El aprecio y reconocimiento: reconocer y valorar las contribuciones de los demás, expresar gratitud y elogios cuando sea apropiado.
- El apoyo emocional: brindar apoyo emocional en momentos difíciles, ofrecer escucha comprensiva.
- Comprometerse: dedicar tiempo y esfuerzo a cultivar relaciones significativas, ser constante y mostrar interés a lo largo del tiempo.
- Ser resolutivo: abordar los desacuerdos de manera constructiva, buscando soluciones.
- Ser generoso y altruista: ser generoso con tu tiempo, recursos y esfuerzos hacia los demás.
- Ser humilde: reconocer los propios errores y mostrar disposición para aprender.
- La autenticidad: ser auténtico y genuino, mostrarse tal y como se es y fomentar la honestidad.
- Celebrar los éxitos: reconocer y celebrar los logros de los demás, compartir la alegria y reconocer los hitos importantes.
Después de este recorrido, vemos que liberarnos de las máscaras consiste en atrevemos a bailar sin reservas, un acto audaz, una declaración de autenticidad en un mundo en donde a menudo nos escondemos detrás de las apariencias. El poder liberarnos de las máscaras, nos permite abrazar la libertad de ser nosotros mismos, de bailar al ritmo de nuestro propio corazón sin preocuparnos por las expectativas externas. Sin embargo, la liberación de las máscaras es también tratar de comprender las máscaras de los demás, ver que cada persona es única, con historias y misterios aún por descubrir. Al mismo tiempo, también hay que tener en cuenta, que el arte de vivir no es un solo baile, sino una serie de actuaciones interconectadas, en donde cada día, cada situación, cada encuentro, cada momento, nos ofrece la oportunidad de explorar nuevas visiones de nosotros mismos y de los demás. Nos ofrece contemplar la vida como lo que es, una celebración continua de la diversidad humana, de relaciones e interacciones, descubrir que debajo de las máscaras se encuentran nuestras almas desnudas con ansias de ser comprendidas.
En definitiva, aún no siendo nada fácil eliminar completamente todas las máscaras en ciertos contextos sociales o profesionales, es posible cultivar la autenticidad en nuestras interacciones personales y vivir de una forma más transparente, mostrando nuestras verdaderas creencias y valores. El arte de vivir es un viaje constante de autodescubrimiento y conexión, en el que las lecciones se suceden unas a otras y nos preparan para enfrentarnos a nuevos desafíos y descubrir los misterios aún por revelar en el fascinante escenario de la existencia, en el gran baile de la vida.
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