En este post nos centraremos en la adolescencia, una etapa del desarrollo muy singular, sobre la que hay mucho escrito, y aquí haremos un pequeño recorrido sobre los puntos más relevantes, por supuesto, desde mis gafas, una forma de verlo de entre otras muchas posibles ¿me acompañas?
Los adolescentes se comportan como adolescentes porque es lo que son y lo que tienen que hacer ¡ser adolescentes!. Se sostiene que tienen un cerebro más fuerte pero también más vulnerable que en cualquier otra etapa de la vida, ya que la adolescencia es un proceso de cambio, renovación y crecimiento para el cerebro. Razón por la que se suele considerar esta etapa como un cierto "caos", pero también un trayecto muy emocionante, lleno de descubrimiento y renacimiento.
Estaremos de acuerdo en que, si cada uno de nosotros nos ponemos a definir la adolescencia por nuestra propia experiencia, como adolescentes o como padres, sin duda existirían un sinfín de definiciones y posiblemente también desacuerdos, ya que hay tantas adolescencias como personas. Conscientes de ello, sin embargo, podemos considerar que existen una serie de características definitorias y comportamientos que son más susceptibles y probables de darse en esta etapa de la vida. Saber lo que podemos esperar o no esperar en esta etapa, tanto para los adolescentes como para sus padres, es un paso muy importante para poder hacer una gestión y un transcurso saludable y enriquecedor.
Situados "en la aurora de un adulto y en el crepúsculo de un niño", como refiere Françoise Doltó, médica pediatra y psicoanalista francesa, los adolescentes están llamados a descubrir quienes son, un momento clave del desarrollo, en el que se lleva a cabo una transformación muy compleja, con intensos cambios físicos, psicológicos, emocionales y sociales. Un contexto en el que el adolescente se enfrenta a grandes retos, cambios y riesgos en la búsqueda de su identidad. La realidad es que no hay ningún esquema del desarrollo que pueda describir adecuadamente a cada uno de los adolescentes, ya que no forman un grupo homogéneo, sino que existe una amplia variabilidad en cuanto al desarrollo tanto biológico como psicosocial.
La literatura sobre esta etapa, en algunas ocasiones, la definen como una tormenta hormonal, emocional y de estrés, y también destacan el gran impacto de la conocida poda neuronal o criba sináptica, por la que pasan los adolescentes, cuyo objetivo es eliminar las neuronas extra y sus conexiones, para poder aumentar la eficacia de las transmisiones neuronales. Bajo todos los cambios que se dan en esta etapa, existe una complicada activación e interacción de varios sistemas hormonales que se encontraban inactivos previamente.
En esta etapa además se forjan los valores, las fortalezas sociales, psicológicas y sexuales, al mismo tiempo que se requiere definir los proyectos de vida y crear unas bases propias de desarrollo. ¡Ahí es nada!. Por eso no es de extrañar que la vorágine de cambios en el cuerpo y en la mente, en medio de una gran efervescencia emocional, pueda causar fluctuaciones constantes de humor y del estado de ánimo.
De forma general, esta puede ser una de las etapas vitales más enriquecedoras, tanto para los adolescentes como para sus familiares, si entendemos los cambios que se producen y aceptamos el trayecto de una manera respetuosa, sana y positiva.
- El egocentrismo adolescente: causada por la recién estrenada capacidad de reflexión y el no ser capaz de diferenciar entre el yo que reflexiona y yo del universo social sobre el que se reflexiona.
- La audiencia imaginaria: en donde el adolescente puede llegar a actuar como si fuese el centro del universo.
- La fábula personal: una percepción de las vivencias como únicas, omnipresentes e invulnerables.
- El sesgo optimista: el sentimiento de invulnerabilidad que lleva a creer a los adolescentes que determinados problemas, sobre todo de salud, pueden afectarle a los demás pero no a ellos.
- Conductas de riesgo: atracción por la búsqueda de sensaciones y preocupación por mostrarse tímidos frente a sus amigos.
- Reflexivos: es una etapa muy reflexiva, por eso pasan gran parte de su tiempo ensimismados y/o ausentes.
- Actitud pasiva: los cambios corporales les suponen un gran gasto de energía, por lo que su necesidad de reponer fuerzas promueve una conducta pasiva en ellos.
- La actitud básica y fundamental de los padres hacia los hijos para poder fomentar una buena relación es mostrar disposición a escuchar, apoyar, respetar y dialogar.
- Para corregir conductas y actitudes siempre es importante hablar desde la calma, en donde primero es poder conectar con el adolescente, con la situación o motivos que lo llevan a ese escenario y ya en segundo lugar poder explicar lo negativo y malo de ese comportamiento,.
- Ayudar a preveer los cambios físicos que se esperan en esta etapa, exponiendo y hablando sobre lo esperable, para que no les coja por sorpresa, y lo más importante que puedan aceptar los cambios con naturalidad.
- Promover conversaciones tempranas de forma natural sobre temas importantes para el desarrollo (relaciones saludables, sexo, sexualidad, riesgos ante enfermedades de transmisión sexual, embarazo, consumo de alcohol y drogas...) y poder abrirnos y mostrar disponibilidad para dialogar sobre todas sus inquietudes.
- Brindar un apoyo positivo, sin juicios, resaltando siempre las fortalezas y celebrando los logros.
- Fijar límites claros, concretar expectativas y objetivos motivadores pero que sean razonables.
- Promover la independencia, la individualidad, respetar su espacio y sus tiempos.
Para finalizar, dejo un enlace a un post anterior, lo que considero que podría ser una carta de un adolescente a sus progenitores, por supuesto, desde mis gafas, una forma de verlo de entre muchas otras posibles.
Mamá, papá, soy adolescente.
¿Cuál es tu opinión? estaré encantada de recibir tus opiniones, aportaciones, discrepancias y demás comentarios.