No hay duda de que vivimos en un espectáculo de ilusiones donde las marcas son los magos, los publicistas expertos en el arte de vender productos, estilos de vida, aspiraciones e incluso una versión idealizada de nosotros mismos, en donde nosotros no somos más que espectadores a su servicio. La persuasión invisible de la publicidad es un truco muy antiguo que se ha vuelto cada vez más astuto, en donde, a través de las imágenes cuidadosamente seleccionadas y mensajes estratégicamente formulados, la publicidad crea narrativas convincentes que nos instan a desear lo que ni siquiera sabíamos que queríamos.
Desde el momento en que deslizamos el dedo por la pantalla de nuestro teléfono para revisar las redes sociales hasta cualquier otro instante del día en el que, por ejemplo, elegimos la marca de leche o café para el desayuno, la publicidad está ejerciendo su magia de manera omnipresente.
Imagina un día sin publicidad, un día en el que las marcas, con su frenesí creativo, no compitieran por captar tu atención en medio del bullicio digital y el mundo físico ¿sería posible a día de hoy?
Lo cierto es que vivimos en un vasto escenario, desde la ropa que elegimos hasta la música que escuchamos, todo está impregnado de la esencia de la publicidad y el marketing. Un escenario en el que somos actores involuntarios y participamos en el teatro del consumo, en donde cada logo, cada eslogan, cada historia que nos cuentan, es un pase directo a nuestras emociones y deseos.
La publicidad se infiltra en nuestra psique, nos convence de que poseer ciertos productos o seguir determinadas tendencias nos hará más atractivos, más exitosos o más felices. Vivimos en una persuasión continua que no solo se manifiesta en anuncios directos, sino también en la ciencia oculta de los colores y las palabras, encantamientos mágicos que desatan el poder del consumo.
Sin embargo, hay que tener muy en cuenta que, ante este escenario y a favor de preservar nuestra salud, ser consciente de esta influencia y manipulación es el primer paso para poder liberarnos de su control, liberarnos de la manipulación que la publicidad puede ejercer sobre nosotros y así poder gestionarnos de una forma consciente.
- conoce tus emociones siendo consciente en cada momento de cómo te hace sentir un anuncio y cuestiona si esas emociones están siendo explotadas.
- aprende sobre tácticas comunes de la publicidad, familiarízate con las distintas formas de manipulación, como el miedo, la urgencia falsa y las afirmaciones sin respaldo, conocer estas estrategias pueden ayudarte a resistir su impacto.
- no tomes decisiones precipitadas, participa de manera crítica, no te limites a ser un receptor pasivo de publicidad, haz preguntas y busca información adicional, mantente informado de todos los puntos positivos y de los negativos para poder tomar decisiones fundamentadas y reflexionadas.
En última instancia, y aquí viene lo bonito, la publicidad es el arte de vender productos, experiencias y emociones que dan forma a nuestro colorido viaje cotidiano. Por ello, cuestionar la narrativa que se nos presenta y desarrollar un sentido crítico nos permite ser selectivos y resistirnos a la presión de la compra impulsiva, nos permite tomar decisiones conscientes sobre qué influencias permitimos en nuestras vidas, eligiendo ser dueños de nuestra propia narrativa. Se trata de desenmascarar la magia y disfrutar del espectáculo de una forma saludable, sin caer en la trampa de la persuasión incesante de la publicidad y el marketing, se trata de elegir conscientemente y no caer en la manipulación y enredo de un ciclo interminable de consumismo.
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