y les obedecemos sin darnos cuenta" (Vincent Van Gogh)
La neuropsicología nos proporciona valiosos conocimientos sobre cómo las emociones no solo influyen en nuestras acciones, sino también en la forma en que percibimos la realidad. Estructuras como la amígdala, la corteza prefrontal y los neurotransmisores desempeñan un papel fundamental en el desarrollo y la regulación de nuestras emociones. A continuación veremos cómo cada una de estas estructuras contribuye a nuestra experiencia emocional y de qué manera el contexto social y cultural en el que estamos inmersos puede amplificar o mitigar su impacto en nuestra percepción del mundo.
Este fenómeno resalta cómo nuestras emociones filtran la información que recibimos del mundo. La amígdala actúa como un "filtro emocional", potenciando ciertos aspectos de lo que vivimos y minimizando otros. Cuando estamos felices, todo parece más brillante y positivo; mientras que, si estamos tristes o enojados, la misma situación puede verse desde una perspectiva mucho más negativa.
Por ejemplo, en una persona que experimenta estrés o ira, la corteza prefrontal puede volverse menos eficiente para inhibir reacciones impulsivas. Esto puede distorsionar la percepción del entorno, haciendo que las interacciones sociales parezcan amenazantes incluso en ausencia de un peligro real. Así, las emociones intensas pueden nublar el juicio y dificultar una evaluación objetiva de las situaciones
Esto se observa en trastornos emocionales como la depresión y la ansiedad. En la depresión, la disminución de serotonina puede hacer que una persona perciba su entorno de manera sombría y desalentadora, incluso sin evidencia objetiva de ello. De manera similar, la ansiedad puede intensificar la percepción de amenaza, llevando a sobrestimar riesgos y peligros en situaciones cotidianas
Por ejemplo, una persona que ha sufrido una pérdida significativa podría percibir futuros eventos con mayor negatividad o cautela, aunque no impliquen un peligro real. Así, las emociones pasadas actúan como una lente que filtra nuestra percepción del presente, afectando su objetividad
- Adolphs, R. (2002). Neural systems for recognizing emotion. Current Opinion in Neurobiology, 12(2), 169-177. https://doi.org/10.1016/S0959-4388(02)00301-X
- Damasio, A. R. (1996). The somatic marker hypothesis and the possible functions of the prefrontal cortex. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 351(1346), 1413-1420. https://doi.org/10.1098/rstb.1996.0125
- Dolan, R. J. (2002). Emotion, cognition, and behavior. Science, 298(5596), 1191-1194. https://doi.org/10.1126/science.1076358
- LeDoux, J. E. (2000). Emotion circuits in the brain. Annual Review of Neuroscience, 23, 155-184. https://doi.org/10.1146/annurev.neuro.23.1.155
- Pessoa, L. (2008). On the relationship between emotion and cognition. Nature Reviews Neuroscience, 9(2), 148-158. https://doi.org/10.1038/nrn2317
- Phelps, E. A. (2006). Emotion and cognition: Insights from studies of the human amygdala. Annual Review of Psychology, 57, 27-53. https://doi.org/10.1146/annurev.psych.56.091103.070234
- Rolls, E. T. (2000). The orbitofrontal cortex and reward. Cerebral Cortex, 10(3), 284-294. https://doi.org/10.1093/cercor/10.3.284
- Vuilleumier, P. (2005). How brains beware: Neural mechanisms of emotional attention. Trends in Cognitive Sciences, 9(12), 585-594. https://doi.org/10.1016/j.tics.2005.10.011